
Dora estaba sentada en su silla de ruedas disfrutando del concierto de Cold Play. Su marido, como siempre, la acompañaba y movía su silla al ritmo de la música. Nunca se había sentido sola desde que le detectaron su enfermedad y, aunque no era tan estúpida como para pensar que se sentía mejor que cuando estaba sana, sabía que tenía que aprovechar cada momento.
Cuando su marido le propuso viajar a Londres y ver a su grupo favorito, al principio le pareció una locura que no podía salir bien; pero en cuestión de segundos cambió de opinión y se vio en el aeropuerto para iniciar el viaje. Todo fue tan rápido que no le dio tiempo a pensar y a digerir que estaba en una esquina del escenario aplaudiendo la última canción del espectáculo.
Oyó a Chris Martin decir " Un beso para Dora" y allí estaba ella, sonriendo y besando a Chris, pero pensando en su marido.